Por: Magnolia Ramírez.
La desolación y desesperanza se han apoderado de los residentes en
el Distrito Nacional y 14 provincias del interior del país, tras los
torrenciales aguaceros producidos por la tormenta Rina que afectó el país durante
cuatro días y cubrió hasta los techos centros educativos, de salud, viviendas,
locales comerciales, entre otros inmuebles.
Las provincias afectadas que todavía se mantiene bajo agua son La Altagracia, Duarte (especialmente el Bajo Yuna), Espaillat, María Trinidad Sánchez, Santiago, El Seibo, Santo Domingo, el Distrito Nacional, La Romana, Samaná, La Vega, Monseñor Nouel, Hato Mayor, San Pedro de Macorís y San Cristóbal.
Josefina Lantigua es una señora que reside en San Cristóbal y manifiesta que su vida cambió a partir del paso de esta tormenta, ya que su casa que la anidaba junto a su familia fue arrastrada por las aguas del Río Nigua, por lo que ha tenido que guarecerse en la Escuela Juan Pablo Duarte, de esta localidad, y compartir su privacidad con más de 150 personas que se encuentran refugiada en este lugar.
El esposo Josefina, Juan Espino, un anciano de 87 años, se levanta todos los días a las 7 de la mañana de un cartón donde duerme en el refugio para ir a observar el comportamiento de las aguas de Río Nigua y esperar la esperanza de comenzar a ver alguna señal de su viejo fundo.
Pese a caminar unos 9 kilómetros para llegar al destino de su vivienda y no perder las esperanzas de que el río no la haya arrastrado, Juan Espino, parece decaer y perder las fuerzas de continuar su lucha.
La situación de Juan Espino es una muestra de cientos de familias que viven en las zonas afectadas por la vaguada, la cual se desplaza sobre el canal del Viento y produce una baja presión sobre Cuba.
Los centros de refugios no dan abasto y la salud y alimentación se hacen precarias, por lo que los damnificados muestran desconfianza de recibir un trato humano que les permita terminar los días de insomnios que cubren sus desesperanzas de no volver a encontrar el hogar que por muchos años les sirvió de abrigo.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEizGwxivfT7DbQB84gNlqt1B0I_ONYN-GALiNYqSc4Bpw8zzmvUVgzR0qLFvRi_iETteol4a72CXfbIKV7_-4tuOVL71lOFp5A2C8x8q3_STs05vQUDZ8qCa7ZtGMxhQswwC31Z3cmW52qD/s320/imagenes+por+lluvia.jpg)
Las provincias afectadas que todavía se mantiene bajo agua son La Altagracia, Duarte (especialmente el Bajo Yuna), Espaillat, María Trinidad Sánchez, Santiago, El Seibo, Santo Domingo, el Distrito Nacional, La Romana, Samaná, La Vega, Monseñor Nouel, Hato Mayor, San Pedro de Macorís y San Cristóbal.
Josefina Lantigua es una señora que reside en San Cristóbal y manifiesta que su vida cambió a partir del paso de esta tormenta, ya que su casa que la anidaba junto a su familia fue arrastrada por las aguas del Río Nigua, por lo que ha tenido que guarecerse en la Escuela Juan Pablo Duarte, de esta localidad, y compartir su privacidad con más de 150 personas que se encuentran refugiada en este lugar.
El esposo Josefina, Juan Espino, un anciano de 87 años, se levanta todos los días a las 7 de la mañana de un cartón donde duerme en el refugio para ir a observar el comportamiento de las aguas de Río Nigua y esperar la esperanza de comenzar a ver alguna señal de su viejo fundo.
Pese a caminar unos 9 kilómetros para llegar al destino de su vivienda y no perder las esperanzas de que el río no la haya arrastrado, Juan Espino, parece decaer y perder las fuerzas de continuar su lucha.
La situación de Juan Espino es una muestra de cientos de familias que viven en las zonas afectadas por la vaguada, la cual se desplaza sobre el canal del Viento y produce una baja presión sobre Cuba.
Los centros de refugios no dan abasto y la salud y alimentación se hacen precarias, por lo que los damnificados muestran desconfianza de recibir un trato humano que les permita terminar los días de insomnios que cubren sus desesperanzas de no volver a encontrar el hogar que por muchos años les sirvió de abrigo.
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